Del 22 de septiembre de 2018 al 26 de enero de 2019
Cada artista explora diferentes relaciones entre varios materiales, así como el papel de los mismos dentro de nuestra forma de ver el mundo. Los materiales y procesos de los artistas cambian a medida que evolucionan, adquiriendo también un nuevo significado, conocimiento y sensibilidad. Con estos nuevos enfoques, los artistas descubren zonas de tensión que cuestionan y elevan, destacan maneras que nos permiten entender de forma diferente cómo los materiales y procesos conforman el mundo que nos rodea y a la vez influyen sobre nuestra forma de verlo. En las manos del artista la historia de cada material es descubierta y transformada, con el objetivo de realizar nuevos hallazgos y extraer nuevas ideas a partir de materiales aparentemente comunes.
El título del proyecto ha sido extraído de un texto escrito por el artista Carlos Irijalba. En él relata una historia que ha influido de forma crucial en su práctica artística y que trata sobre un archivo digital sobre una cueva prehistórica olvidado de una empresa tecnológica. Los escáneres digitales del interior de la cueva fueron encomendados para reproducir la superficie de la misma con el objetivo de garantizar su perpetuidad y protección, así como para protegerla de los cambios atmosféricos y del público visitante. Más tarde, la empresa cerró y el proyecto y la información quedaron olvidados hasta que el artista los recuperó y los usó como
material para explorar su sentido más amplio en el mundo contemporáneo. Aquí vemos nuestra cambiante relación con los materiales, el desarrollo tecnológico y la atemporalidad del entorno natural.
La cueva es un símbolo antiguo y, como cuna de la civilización y creatividad humana, un importante lugar histórico. Es un sitio único en donde la temporalidad nos recuerda nuestro pasado remoto, primario y atemporal. La cueva coexiste con nuestra evolución y empeño humano, al igual que lo ha hecho desde que nuestros ancestros buscaron refugio en ella y se inspiraron en su superficie y espacio muchos milenios atrás. Cuando pensamos en la cueva, tiempos muy diferentes entran en juego; en ella, la geología y la humanidad se unen.
Las obras que integran la exposición pueden categorizarse dentro de dichos tiempos. La etapa geológica observada directamente en las muestras de roca mallorquina de Carlos Irijalba se remonta al estrato del tiempo y cambio geológico, al igual que en los materiales minerales de grafito y adobe en la obra de N. Dash, los cuales constituyen la materia prima sobre la que la sociedad global existe. Después cambiamos y consideramos el tiempo en relación con el tiempo humano, cultural y arqueológico presente en los artefactos y objetos de las instalaciones de Claudia Peña Salinas o manipulados y transformados por Steven Claydon. Tanto la obra de Lucas Simões como la de Ricardo Alcaide exploran el tiempo humano en más detalle, en estrecha relación con la arquitectura y el urbanismo. Las obras de Alice Channer abarcan estas etapas, desde la geológica a la social, mezclando superficies o formas atemporales con nuevas tecnologías y materiales afines a métodos de moda o producción moderna. Algo similar sucede con las esculturas industriales de Rafa Munárriz, las cuales actúan como aparentes monumentos dedicados a nuestra forma de interactuar con el mundo y a nuestro deseo de dar forma y responder a nuestro entorno.