Desde el 23 de septiembre
Primera exposición individual de Inês Zenha en Galería Pelaires, titulada «Everything that has been swallowed must return».
Zenha presenta una nueva serie de esculturas y pinturas que reflejan la necesidad de confrontar y transformar la ira en actos de amor y resistencia.
Intercambio entre Julia Morandeira Arrizabalaga e Inês Zenha.
Querida Inês,
Me alegro de volver a encontrarnos, en el amplio espacio de esta página en blanco. Ambxs estamos en la misma ciudad, París, pero nos encontramos a través de la escritura. Escribir sobre o con alguien es siempre un gesto de intimidad, de colarse bajo la piel de la obra; siempre hay algo háptico y táctil, así como conflictivo y desafiante. Una tensión y una caricia.
Del mismo modo, un juego dialéctico se da en Everything That Has Been Swallowed Must Return (Todo lo que se ha tragado debe volver). Algunos de los títulos (del proyecto y de las obras) exhortan al orden y la defensa, pero la muestra infunde una sensación de plenitud sensual y tranquila. Exploras la coexistencia del amor y la ira, el cuidado y la confrontación, la muerte y el renacimiento, el dolor y la esperanza; y describes tu obra simultáneamente como un santuario y como un campo de batalla. Estos no son opuestos, sino que se co-construyen y alimentan mutuamente.
Las obras están impregnadas de un tono de intimidad e introspección. En nuestras conversaciones anteriores, subrayabas la importancia de revisar raíces enterradas y sentimientos reprimidos, de labrar espacios de crecimiento personal y autoexpresión lejos de la complacencia, todo ello acompañado de procesos colectivos de aceptación y reflexión a través de tu trabajo. El tema del agua y sus propiedades curativas ocupa un lugar central, con personajes que se sumergen pacíficamente bajo el agua y adoptan rasgos anfibios.
También mencionas la importancia de recuperar la propia voz, especialmente cuando está arraigada en la ira. Esto me interesa, la ira y el conflicto como algo que no hay que descartar, sino aceptar. ¿Podrías contarme más sobre el papel que juegan la ira y el conflicto como catalizadores, tanto dentro de tu obra como en el espacio de autorreflexión que desencadenan?
Tu mención al «desencadenante» (trigger) es especialmente pertinente. Esta exposición me ha acompañado durante un tiempo en el que estoy aprendiendo a enfrentarme a los detonantes y a gestionar mi ira en situaciones difíciles. En muchos sentidos, mi trabajo me reta constantemente a ser brutalmente honestx conmigo mismx. La ira siempre ha sido una corriente subterránea persistente en mi práctica creativa, hirviendo a fuego lento en el trasfondo como una energía inquieta.
En mi trayectoria artística, asumo y afronto conscientemente aspectos de mí mismx que han estado reprimidos o silenciados durante mucho tiempo. Trabajo para transformar mis sentimientos de miedo e ira en actos de amor y resistencia. Mi objetivo es encarnar la vulnerabilidad que mi trabajo trata de ocultar. Mi ira asume una naturaleza dual, funcionando a la vez como una respuesta desarrollada para protegerme de traumas pasados y como una presencia silenciosa durante los momentos en los que me enfrento a la violencia. El primer tipo de ira, si surge en presencia de la compasión y la empatía, puede transformarse en una fuerza curativa. A menudo actúa como escudo protector de una vulnerabilidad subyacente, a la espera de ser abrazada. El segundo tipo de ira, la ira silenciada, plantea un reto más complejo. Mi compromiso radica en no morderme la lengua en situaciones de abuso y, en su lugar, permitir que la ira sea la fuerza alentadora a la hora de generar respuestas. Me he dado cuenta de que la ira liberada y transformada puede dar lugar a conflictos necesarios.
De ahí que mi proyecto gire en torno a la coexistencia del amor y la ira. A través de actos de amor y aceptación, he aprendido que la ira sirve como alarma vital, crucial tanto para el crecimiento personal como para un diálogo significativo. El elemento curativo tanto en mi trabajo como en mi vida reside en mi inquebrantable determinación por afrontar y transformar estas emociones en los espacios íntimos de mi ser y de romper el silencio en los momentos de conflicto.
Tus esculturas adoptan la forma de terminaciones tentaculares y rebeldes. Con estos gestos intentas reapropiarte de lo monstruoso y abordar la representación histórica de las personas disidentes a la norma bajo la figura del monstruo. ¿De dónde surge esta investigación? ¿Cómo desafían tus esculturas estos estereotipos y redefinen lo queer como algo natural y tierno?
Como lesbiana no binaria criada en una cultura profundamente católica, me enseñaron a creer que mi cuerpo, mis sentimientos y mis deseos eran antinaturales, condenados por la culpa y la vergüenza. Para mí ha sido esencial reivindicar estos lugares y, lo que es más importante, reconocer que mi intimidad y mi cuerpo no se ajustan a las limitaciones impuestas por estas normas de domesticación. A mí mismx, junto con otras personas marginadas por nuestra sociedad, se nos ha retratado históricamente como monstruos, como amenazas, como anomalías de la naturaleza. Sin embargo, cuando te adentras en los entresijos de las formas de vida no humanas, descubres sistemas y ecosistemas no hegemónicos, increíblemente complejos y diversos. La naturaleza es intrínsecamente diversa, y abarca un «queerness» que nuestra sociedad occidental a menudo no comprende. Me interesa mucho más reivindicar mi identidad como tierna y monstruosa a la vez. En palabras de Ocean Vuong, «ser monstruo no es tan terrible».
Derivado de la raíz latina «monstrum», que significa mensajero divino de la catástrofe, fue adaptado por el francés antiguo para englobar animales de múltiples orígenes, como centauros, grifos y sátiros. Ser un monstruo es ser una señal híbrida, un faro que sirve simultáneamente de refugio y de advertencia.
Destaca una escultura roja, Under Persephone 's Torso (Bajo el torso de Perséfone), que para ti ahonda en temas complejos relacionados con el poder, la agencia y la violencia.
¿Podrías darnos más detalles sobre el mensaje de esta obra?
Derek Jarman describió una vez el color rojo como estático e inmutable por naturaleza, diciendo que «el rojo se protege a sí mismo. Ningún color es tan territorial. Se reivindica, está alerta contra el espectro». En medio de la fluidez, ambigüedad, maleabilidad e hibridez que prevalecen en toda mi obra artística e identidad personal, persiste una necesidad de constancia. Esta constancia representa un imperativo para afirmar la propiedad sobre mi cuerpo y mis experiencias.
El mito de Perséfone guarda un profundo significado personal para mí. A menudo se ha interpretado desde dos perspectivas feministas: una que la retrata como víctima de una violación, y otra como signo de una transición empoderada hacia la feminidad. Mi intención es enfatizar y trascender esta visión binaria, reconociendo la naturaleza polifacética de su narrativa y su relevancia para los problemas contemporáneos. La escultura presenta un torso abierto que también funciona como lavabo o fuente. Por un lado, simboliza el deseo de purificación y liberación de la vida que la ha confinado. Por otro, es un comentario sobre la responsabilidad colectiva hacia la «sangre de Perséfone» que mancha nuestras manos: cómo se ha normalizado la cultura de la violación a través de rituales misóginos y la complicidad que resulta del silencio ante la violencia.
Cuerpos fluidos más que humanos pueblan tu obra, especialmente pinturas y dibujos. Algas que brotan de los pliegos de la piel, manos con garras, brazos con escamas y rostros pacíficos se entrelazan a través de los giros y remolinos de un abrazo enamorado.
Los colores vivos marcan esta danza acuática. ¿Cuáles son los simbolismos que encierra?
En mis narraciones visuales, como has mencionado, mis personajes son más que humanos. Son encarnaciones acuáticas de experiencias emocionales humanas.
Recientemente he descubierto la obra de Astrida Neimanis, que describe el agua como un enredo de «nuestros cuerpos en relaciones de don, deuda, robo, complicidad, diferencia y relación».
En mis cuadros pretendo transmitir una nueva narrativa en la que los personajes se sumergen bajo el agua, como si profundizaran en su yo más íntimo o exploraran emociones reprimidas. Se ayudan unos a otros con delicadeza para aprender a respirar bajo el agua, navegando por un entorno no concebido para la existencia humana. Estas representaciones también simbolizan la importancia de aceptar la vulnerabilidad y confiar en el apoyo mutuo cuando se atraviesan momentos emocionales difíciles, estableciendo paralelismos con las experiencias queer y la necesidad de una comunidad.
En mis obras tituladas Everything That Has Been Swallowed Must Return (Todo lo que se ha tragado debe volver), mis personajes exhiben un sentimiento de protección y valentía al sumergirse en las profundidades. De su boca surge una planta que simboliza tanto el dolor como la esperanza, destacando la importancia de decir verdades difíciles, incluso cuando el proceso es doloroso.
Mi elección del azul está relacionada con la reivindicación de la vulnerabilidad en los discursos masculinos. El rosa también se recupera en su máxima intensidad, para simbolizar el poder de recuperar la fragilidad. Los colores intensos pasan del rosa, el azul y el amarillo como metáfora de la alegría queer y la euforia de género.
Todos estos procesos de simbiosis están relacionados con los movimientos digestivos, de disolución mientras se nutre, de morder y tragar para expulsar y empezar de nuevo. ¿Qué cuestiones sientes que estás afrontando ahora en tu práctica y qué caminos futuros prefiguran?
Mi práctica ha entrado en una fase de transformación en los dos últimos años. Ha desempeñado un papel fundamental en mi viaje para reivindicar mi cuerpo y reafirmar mi identidad. Al mismo tiempo, me ha ayudado a cuestionar mi papel como artista. Creo que mi práctica encarna un profundo sentido de la intimidad, y considero esencial ocupar este espacio creativo de tal manera.
Estas obras de arte revisitan raíces enterradas hace mucho tiempo y animan a las personas a revisitarse de forma vulnerable a sí mismas y a sus heridas íntimas. Sin embargo, también me interesa la redefinición del amor y la importancia de los diversos modos de existencia dentro y fuera de nuestras formas corpóreas. Aprendo y me inspiro en formas no humanas y construyo narrativas que no sólo arrojan luz sobre los problemas de resistencia y los corsés sociales, sino que también celebran las experiencias queer y su naturaleza transformadora.
No sé qué forma tomará mi trabajo. Sólo espero que pueda ayudar a concienciar sobre nuestras formas de existir dentro de nuestros cuerpos y con los demás, incluidas otras formas vivas. Sin olvidar lo que el agua nos enseña sobre la empatía y la compasión.
La Galeria Pelaires ha rebut una subvenció del Consell de Mallorca per a la realització d'aquesta exposició.