Del 30 de noviembre, 2023 al 13 de enero, 2024
Sarah Bechter (Viena, 1989) protagoniza el último episodio de una serie de muestras que, comisariadas por Cristina Anglada, se han ido celebrando en el espacio Cabinet durante el año 2023. Se trata de la segunda vez que la artista vienesa expone en la Galería Pelaires. Esta vez lo hace de manera individual a partir de una selección de pinturas al óleo y pigmento de pequeño y mediano formato. Durante el mes de noviembre, Bechter ha disfrutado de una residencia en el centro CCA Andratx, en Mallorca. Allí, rodeada de montañas, ha estado trabajando en sus nuevos proyectos.
Esta muestra de Bechter se titula This shows a likeness (Esto muestra una semejanza), frase extraída de Roast Beef, uno de los poemas de Gertrude Stein que contiene su libro Tender Buttons, publicado en 1914. Estructurado en tres secciones Objetcs, Food, Rooms, en él Stein transforma lo mundanal y cotidiano en una experiencia caleidoscópica y extrañada a través del uso experimental del lenguaje.
A partir de herramientas pictóricas, Sarah realiza un ejercicio semejante. Su proceso creativo se nos presenta como una especie de puzle que la artista, sumergida en la concentración y el placer, va completando poco a poco, de forma intuitiva, sin ideas preconcebidas o dibujos preparatorios.
Cuando Sarah decide comenzar un lienzo, elige los pinceles, pigmentos y óleo necesarios y, normalmente, se dedica a él en exclusiva. Como necesita la máxima concentración, pinta, como mucho, dos cuadros a la vez... Decide abandonarse a los fenómenos, ser guiada por la intuición, y practicar una especie de escritura automática, al estilo de los surrealistas, por la que el lienzo adquiere una subjetividad y una autonomía que permiten establecer un diálogo o una coreografía: la obra lanza pistas, reclamos y exigencias que la artista va respondiendo. El resultado es una superficie que acoge múltiples capas aplicadas que, a su vez, presentan arañazos y arrancaduras. La pintura es frotada provocando una fusión de las diferentes capas que, sin embargo, conserva el efecto de superposición.
Fondo y figura se van entrelazando de manera vacilante. Prevalecen laatmósfera, la temperatura, el ritmo o el humor de cada lienzo, más allá de la propia narración literal que, para Sarah, es un mero sistema de referencias. Pintar es mostrar y, por tanto, también implica ocultar, a la manera de una cortina, una balaustrada, una superficie acuosa o un patrón.
Bechter emparenta también con el surrealismo por su pasión por lo imaginario, lo mágico, lo sugerente, profundizando siempre en esa tensión que se da entre lo que se ve y lo que no se ve. En la selección de piezas que ahora reunimos predomina lo doméstico extrañado, siniestro, configurado a partir de la fusión de fondo y figura donde el color juega un papel protagonista. En sus trabajos es frecuente ser interpelado por elementos narrativos y de ficción que se nutren de cierta turbación, a la vez que articulan una constante ambivalencia semántica que hace vibrar la escena.El ornamento y la fantasía, lo inconsciente, el "otro lado" desparramándose por debajo de la alfombra o detrás de la cortina, con una mirada maliciosa. Las formas se entrelazan, se desbordan, gotean, se derraman, flotan, se bambolean por la corriente de interiores que parecen recrear las atmósferas de los cuentos de Angela Carter.
Esta selección de obras sugiere relatos en los que la imaginación recurre al desorden para trazar una suerte de mundo alternativo, mundo otro, en el que la inestabilidad y la proliferación de figuras cuestionan la idea de veracidad o la de relato unívoco. El desorden es explorado como si fuera una secreción de formas híbridas, fluidas y mezcladas en continua metamorfosis. El espacio queda poblado por una compilación de fragmentos narrativos que indagan en el deseo de enfrentarnos con las limitaciones del significado en un mundo que nos demanda claridad, orden y eficiencia. Se trata de imágenes que exaltan los sentidos y que parecen existir en un presente expandido, sin regresión ni progreso.
Sarah Bechter plantea el espacio pictórico como tablero en el que jugar al escondite a través de un proceso continuo en el que vela, borra y añade capas de pintura, construyendo escenas flotantes en las que el antagonismo tradicional entre lo que es visible y lo que no, se subvierte. Como a través de la escritura hiciera Stein, las pinturas de Bechter exponen la densidad ontológica de los mundos dúctiles y tiernos de nuestra cotidianeidad.